Puede que 2020 haya sido el peor año en la historia de la industria de la aviación mundial, pero para la aerolínea venezolana de Nicolás Maduro, los negocios florecieron.
Conviasa, como se conoce a la aerolínea estatal, afirma que sus operaciones crecieron 85% en 2020, lo que la convierte en una de las pocas líneas aéreas en el mundo en registrar crecimiento después de que la pandemia acabara con los viajes aéreos.
La aerolínea, que tiene prohibido volar a Estados Unidos como parte de las amplias sanciones de ese país contra el régimen de Maduro, actualmente cuenta con vuelos regulares a cinco países. Tres de ellos son liderados por aliados políticos de Maduro —Bolivia, Irán y México— y hay planes para agregar una conexión a Moscú en el corto plazo. Conviasa también opera rutas de alta demanda a Panamá y República Dominicana, que actúan como centros de tránsito clave para los venezolanos.
Si bien las aerolíneas estadounidenses y europeas han recibido miles de millones de dólares en rescates gubernamentales para superar los efectos de la pandemia de coronavirus, Conviasa ha obtenido otro tipo de apoyo estatal. La competencia se ha anulado con el retraso de permisos u obstáculos de último minuto contra operadores como Copa Holdings SA.
No es difícil encontrar el secreto de su relativo éxito. El presidente Maduro, interesado en apuntalar a empresas estatales que pueden aportar ingresos en divisas muy necesarios para un régimen golpeado, ha permitido a Conviasa cobrar en dólares y a tarifas exorbitantes para destinos como Toluca, México, o Viru Viru, Bolivia.
“Si Conviasa ha crecido, eso es excelente, pero la operatividad aérea venezolana no debe depender de una línea aérea, de un solo interés, eso es peligroso, no está bien”, dijo Reinaldo Pulido, vicepresidente de la asociación de turismo Conseturismo. “Pones a un país de 30 millones de personas a depender de una sola empresa”.
Las operaciones de la aerolínea, que actualmente es dirigida por Ramón Velásquez, un coronel de aviación retirado que también estuvo a cargo del Ministerio de Ecosocialismo y Aguas, prácticamente se duplicaron el año pasado, según un comunicado de la empresa. En ese período, el tráfico de pasajeros cayó 63% en América Latina y casi 66% a nivel mundial, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Sin embargo, comprar un boleto puede ser una experiencia enloquecedora.
El sitio web de Conviasa no es confiable para las reservas e incluso para verificar los horarios de salida y llegada. Nadie responde a los números de atención al cliente. Ir a una oficina en persona tampoco garantiza obtener un boleto, ya que generalmente están agotados o puede que las agencias no mantengan el horario regular de trabajo.
Sin embargo, los vuelos suelen estar llenos.
Conviasa no publica informes financieros ni datos clave como ventas de boletos, ingresos, capacidad de vuelo o presupuesto operativo. Ni Conviasa ni su principal centro de operaciones, el aeropuerto internacional de Maiquetía en Caracas, respondieron a solicitudes de comentarios sobre las prácticas comerciales de la aerolínea.
Cuando se confirmó el primer caso de coronavirus en Venezuela el 13 de marzo de 2020, el Gobierno implementó rápidamente uno de los confinamientos más severos del mundo y los aeropuertos estuvieron cerrados durante siete meses.
Pero cuando los cielos se volvieron a abrir en noviembre, Conviasa recibió permisos rápidos para destinos de vuelos directos recientemente aprobados, como México, y anunció una conexión exclusiva entre Caracas y Bolivia. Otras aerolíneas privadas han tenido problemas para obtener aprobaciones.
Los boletos a México o Bolivia pueden costar hasta US$1.000, una cantidad muy superior al poder adquisitivo de la mayoría de los venezolanos.
La aerolínea estatal fue inaugurada por Hugo Chávez en 2004 con una inyección de US$16 millones de la petrolera estatal PDVSA, como parte de su revolución socialista patrocinada por el Gobierno. Pero, bajo Maduro y una creciente red de sanciones internacionales junto con un colapso económico que ya se extiende por siete años, la aerolínea fue superada por sus competidores.
Sin embargo, las sanciones estadounidenses han llevado a Maduro a aceptar el dólar para las transacciones diarias y está abriendo ciertas industrias a asociaciones público-privadas como parte de un plan de supervivencia que los críticos comparan con el capitalismo de amigos.
Alguna vez un símbolo de un esfuerzo gubernamental ambicioso y bien financiado que buscaba demostrar su poder y conectar a los venezolanos con el mundo, Conviasa se ha convertido en una válvula de escape para la élite cercana al presidente, volando principalmente a los pocos países donde pueden disfrutar de un viaje lejos de la sombra de las sanciones.
La flota de Conviasa incluye 20 aviones Embraer E190, con capacidad para 104 pasajeros cada uno, así como dos aviones Airbus A340, para unos 300 pasajeros cada uno. La aerolínea, que en su apogeo operaba unos 50 aviones, hoy tiene planes de aumentar esa cifra a unos 80, según su presidente.
©2021 Bloomberg L.P.